HistorIAs - Nadime Trabolsi | La curiosidad, la IA y el cambio: una historia de aprendizaje continuo

HistorIAs - Nadime Trabolsi | La curiosidad, la IA y el cambio: una historia de aprendizaje continuo

Brain Code |

A Nadime Trabolsi siempre le ha interesado la forma en que nos contamos las cosas. Lo ha hecho desde el periodismo, el diseño gráfico, el diseño web y el marketing digital. Un perfil de esos que cruzan disciplinas y hacen que la comunicación funcione, por dentro y por fuera. Hoy, su trabajo como consultora de comunicación en empresas como el Banco Santander la ha llevado a especializarse en entornos colaborativos como SharePoint y en cómo facilitar el diálogo dentro de las organizaciones.

Pero en el último año, algo cambió. Y fue la IA.

Desde que se acercó a la Inteligencia Artificial Generativa como una persona curiosa que explora novedades y avances, así como a través de uno de nuestros programas en Brain and Code, Nadime no ha parado de explorar estas tecnologías.

Como ella misma menciona en su perfil de LinkedIn: “No sé si cambiará el mundo para mejor o peor, pero como especialista en Gen AI y prompt engineering, exploro cómo la IA potencia la creatividad y redefine la narrativa digital.”

Hoy charlamos con Nadime, parte activa de nuestra comunidad Alumni, para entender qué cambios ha traído la IA a su dia a dia como especialista en Marketing Digital y Comunicación, por qué tomó la decisión de formarse en IA y que consecuencias ha tenido su formación en su vida profesional y personal.

Hay descubrimientos que no se planean, simplemente aparecen. A veces llegan por una noticia, una conversación o una necesidad concreta. Pero siempre hay un instante en el que algo hace clic.

→Cuéntanos: ¿cuándo fue la primera vez que te topaste con la Inteligencia Artificial Generativa y pensaste “esto va en serio”?

No sé si podría hablar de una única vez, se me ocurren varios momentos “halaa” en este sentido.

  1. Los filtros y funcionalidades inteligentes de Photoshop: Probablemente Adobe ha sido mi primer contacto profesional y casi sin darme cuenta con la IA. Photoshop lleva un par de años incorporando funcionalidades en este sentido (los maravillosos filtros inteligentes o el relleno generativo¡!), y su funcionalidad de ampliación generativa fue mi primer salvavidas AI -adiós a las fotos pixeladas que tienes que subir en gran formato a la web!! Esto parecía magia, subía una fotito tamaño carné y el programa “fabricaba” el contexto / cuerpo de la persona, hasta el tamaño que necesitaba-. Pero el momento “wow” creo que fue la primera vez que encontré en los filtros inteligentes algunos parámetros que permitían cambiar la expresión de “satisfacción” de la cara de la gente ¡! Indicabas el grado de felicidad / tristeza con un cursor, y de repente la herramienta dibujaba sonrisas o ceños fruncidos en segundos, con bastante solvencia. Es una de esas funcionalidades que me asusta -va a ser cada vez más difícil distinguir la realidad-real, o conseguir un balance entre la ética y la estética-. Igual que las opciones para elegir la “edad facial” de una persona (para que parezca más o menos joven). 

  2. Los vídeos de Gen AI: Los descubrí también hace un par de años, porque necesitaba hacer un vídeo para el trabajo. Diseño/vídeo son ámbitos en los que hago incursiones y en los que cuento con conocimientos de supervivencia, sin ser experta-. Leí en alguna parte sobre Hey Gen y me decidí a probarla con pocas expectativas. El resultado fue alucinante. Después hice otro vídeo de otro estilo con CapCut y también fue sobresaliente. Ambos vídeos tenían calidad profesional -y parecían hechos por alguien bastante más experto que yo-.  Me sorprendieron dos cosas:

    1. El nivel de control de detalle: desde la apariencia / género / raza del avatar, hasta el grado de “felicidad”, tono, acento etc. en las voces.

    2. Lo increíblemente fácil que era utilizar ambas herramientas. 

Como he dicho antes, tengo algo de formación y experiencia en la suite Adobe, y no creo que haya nadie que sea capaz de utilizar estos programas sin formación. Estimaría que se necesitan horas de training para hacer tareas básicas en estas herramientas. Son muy potentes, pero no son intuitivas ni autoexplicativas.

Cuando ves herramientas como Hey Gen o CapCut, que no son mucho más difíciles que un PowerPoint, entiendes que esto es un salto cualitativo y que va a revolucionarlo todo.

  1. La música “ad hoc”: Una historia un poco más alejada del trabajo. El verano pasado estuvimos en Asturias visitando un pueblo costero muy bonito al que solemos ir. Es un pueblo de 500 habitantes, a la orilla de la ría del Nalón. Entramos a la tienda de souvenirs buscando un recuerdo, la típica bola de nieve de navidad en versión faro-marinero con el nombre del pueblo. Como soy indecisa, pasamos un buen rato en la tienda. De pronto reparé en la música que sonaba de fondo. Eran canciones en bucle, muy similares, un ritmo electro-latino pegajoso, de esos que prefieres no oír porque luego no te quitas de la cabeza. Pero escuché la letra y aludía a ese pueblo en concreto. Pensé: qué casualidad, han encontrado una canción que habla del pueblo. Después seguí prestando atención y escuché que la canción hablaba también de esa tienda en concreto. Y de la lotería que vendían ahí -que es una de sus principales fuentes de ingresos…-. Y la siguiente canción igual. Tuve que ir a preguntarle al dueño de la tienda, un señor muy agradable de los que te cuentan la historia de la zona con orgullo, muy alejado de ser un nativo digital: estas canciones, ¿de dónde las has sacado? Él muy amablemente me explicó que tenía un sobrino pequeño que se manejaba bien con la IA y que un día fue a la tienda y se las dejó hechas y puestas para que sonaran en bucle. Me invadieron sentimientos contradictorios. Por una parte: ¿qué va a ser de industrias como la publicidad o la música si un chaval que va al instituto hace una banda sonora que es indistinguible de los jingles de los anuncios de la radio? Y al mismo tiempo, la sensación contraria: qué maravilla que un comercio local pequeño, para el que sería probablemente imposible contratar un profesional, pueda tener su propia música o publicidad sin gastarse un dineral.

Descubrir algo no siempre implica actuar. Hace falta una decisión, una motivación personal o profesional que nos empuje a movernos.

→¿Qué te llevó a decir: “quiero entender esto mejor”, “quiero aprender a usarlo”?

En realidad diría que no tuve opción: Empecé a utilizar estas herramientas / funcionalidades por necesidades del trabajo y casi sin darme cuenta. En mi caso, porque claramente suplieron una necesidad que tenía (hacer vídeos / producciones audiovisuales con poco conocimiento y resultados de calidad profesional en tiempo casi récord, mejorar imágenes sin tardar horas…). El balance tiempo invertido / resultado no deja de sorprenderme.

Pero al margen de las imposiciones del día a día, creo que las personas que trabajamos en contenidos / diseño tenemos tendencia a navegar por la red con una mirada  profesional. Vemos una página web  y nos preguntamos: ¿esto cómo está hecho? ¿sabría hacerlo? Si no sé, ¿podría encontrar a alguien que me ayude/enseñe a hacerlo? Cuando juntas varios “noes” como respuesta, empiezas a preocuparte y a intentar entender dónde te has quedado y cómo solucionarlo. 

Así que, por necesidad o por deformación profesional, creo que tarde o temprano habría terminado experimentando o formándome -creo que hice un mix de ambas cosas-.

Una de las cosas más potentes que tiene la IA Generativa es que cambia el cómo, no solo el qué. Herramientas, procesos, tiempos... todo se transforma cuando aprendemos a integrarla en lo que ya hacemos.

→ ¿Qué ha cambiado en tu forma de trabajar desde que aprendiste a usar IA Generativa?

Por intentar explicarlo: no hago nada que no supiera hacer gracias a la IA. Pero casi todo lo que hacía antes, ahora lo puedo hacer mejor y más rápido.

Pongamos por ejemplo la selección de un set de imágenes para una página web nueva, una tarea a la que nos enfrentamos todos los creadores de contenidos. No es una tarea difícil, pero sí es time consuming. Tienes que pensar el concepto que le va bien a la página / idea, pensar en qué imágenes lo reflejan,  buscar esas imágenes, cuidar de que tengan coherencia entre ellas y después buscar formatos y tonos que no sean discordantes -o editar esas imágenes y ponerles filtros y recortes para que se acaben pareciendo-. Pueden ser dos días de trabajo, más todo lo que tardas cuando empiezas a maquetar la página y lo que en tu cabeza parecía que quedaba bien en la realidad no funciona.

Esa misma tarea de selección de imágenes con ChatGPT o con Leonardo, por poner ejemplos, me puede llevar dos horas como mucho. Por supuesto, tienes que saber los pasos del proceso y entender qué es lo que hace una página “atractiva” o bonita. Saber que si las imágenes no tienen el mismo tono es posible que no sean armoniosas, que si quiero una página de aire poético no debo usar fotos de aparatitos -aunque al final los venda-, tengo que tener una serie de conocimientos y experiencias previas. Pero si eres capaz de transmitirle eso a la herramienta, va a ayudarte a depurar el concepto y vas a ahorrarte horas de trabajo y a obtener resultados personalizados, controlando hasta el milímetro los detalles.

Más allá de las herramientas, lo que termina marcando la diferencia es cómo se vive el cambio desde dentro del trabajo: en los proyectos, en la colaboración, en la forma de pensar.

→ ¿Qué impacto real ha tenido la IA en tu día a día profesional?

En mi caso, he integrado la IA a muchas dinámicas de trabajo. Es parte de mi día a día, como una especie de asistente personal júnior -o que tienes que supervisar-, pero que, o bien me libera de tareas repetitivas, o bien es un amplificador que me permite alcanzar resultados más profesionales (en el caso de tareas gráficas, audiovisuales) en menos tiempo.

→ Es parte del proceso de selección de contenidos que hago cada semana (hago muchos brainstormings con ChatGPT)

→ Es mi editor/corrector en inglés, junto con otras herramientas que también usan IA y son imprescindibles para mi, como Deepl Write.

→ Es súper útil para aquello de “falla de prisa”. Cuando estoy validando un concepto, línea gráfica, etc., antes de ponerme a hacerla en una herramienta profesional hago varios intentos rápidos con AI y ya voy a las otras herramientas con el tiro centrado.

→ Las utilizo para crear imágenes ilustrativas o para las cabeceras de mis newsletters.

→ Para infografías son bastante útiles también (una mezcla de herramientas, algunas para resumir y otras para la parte gráfica)

→ Me parecen increíbles y completamente revolucionarias las posibilidades de personalización que te ofrecen estas herramientas. Ahora mismo hago felicitaciones personalizadas, caricaturas basadas en personas que conozco… Cosas que antes costaban o mucho tiempo o mucho dinero de repente están al alcance de tu mano.

→ En contra, y paradójicamente, una de mis principales motivaciones para formarme como experta en AI era automatizar tareas de monitorización de contenidos, noticias, etc. Y esto NO lo he logrado (al menos sin irme a una herramienta de nicho y de pago como Hootsuite). Me siguen gustando más los resultados de mi búsqueda “humana” guiada por el olfato y las fuentes conocidas que los que me arroja ChatGPT -por mucho que le diga yo las fuentes, fechas, y etc-.

Porque la tecnología, cuando nos atraviesa de verdad, no se queda en lo profesional. Cambia también cómo aprendemos, cómo nos organizamos, incluso cómo pensamos.

→ ¿Has notado también cambios en tu vida personal desde que te formaste en IA?

Sí, y alguno para peor. Me gusta escribir y tengo una mente fantasiosa. Y a veces me he encontrado a mí misma pidiéndole a Leonardo que plasmara una idea que pasaba por mi cabeza -pasatiempos de tipo: me gustaría ver a mi gato protagonizando un anuncio de colonia, o qué pasaría si este personaje hiciera esto-. En general es divertido, dopamina y risas a bajo coste. Pero también me da un poco de miedo estar perdiendo la capacidad de imaginar -porque uno no necesita “ver” para imaginar-. Me ha surgido una especie de necesidad de “plasmar” y “ver” las cosas que antes no tenía, creo que simplemente porque es fácil y divertido.

A cambio, he amplificado mi capacidad de personalizar cualquier cosa, imágenes, logos… y de probar y depurar conceptos muy rápido. Y, como he dicho antes, tengo la sensación de tener un mini asistente personal. Tengo GPTs hasta para hacer la declaración de la Renta y calcular el mejor momento para pedir un préstamo. También he conseguido entender un poco conceptos complejos a base de preguntar mucho a ChatGPT. Tiene un sesgo de confirmación -tiende a reforzar la idea que él intuye que tú crees-, pero, sabiendo esto, es útil para “entender”.

A veces mirar hacia atrás nos permite tomar conciencia de cuánto hemos recorrido. Y también sirve para valorar los pasos que dimos (o que nos costó dar).

→ Si tuvieras enfrente a tu “yo” de antes de empezar este camino, ¿qué le contarías?

¿Que el mundo que conocía se va a desmoronar -OTRA VEZ-? Jaja, es una sensación que tengo cada cierto tiempo. No, en serio: que tenga la mente abierta y disfrute del proceso y del aprendizaje. Que mire al cambio sin miedo,  porque es lo único constante en este mundo y sacas más provecho fluyendo con él -o intentándolo- que oponiéndote (spoiler: el cambio es inmune al pataleo, aunque siempre nos queda este “derecho”).  Y que conserve una parte de la mente como un lienzo en blanco para poder ver con ojos nuevos. 

Y si lo piensas, que el mundo se desmorone también significa que hay que volver a edificar -o que alguien ya lo ha hecho y no lo viste venir-. Para esto hacen falta ideas nuevas, o disposición a reformar las viejas. Y si no, como dije antes, nos queda el derecho al pataleo.

Todavía hay muchas personas que sienten la IA como algo lejano, complejo o incluso ajeno. Pero escuchar a quienes ya lo han vivido puede ser justo lo que necesitan para animarse.

→ ¿Qué te gustaría decirle a alguien que está dudando en dar el paso y formarse?

No soy una tecno optimista. No sé si la IA será buena o mala para la humanidad -soy más bien negativa respecto a la “humanidad”, no vamos a culpar a la IA-. Pero creo que es mejor “estar” y “saber” que lo contrario. Porque quien sabe y está, tiene alguna oportunidad y sin duda tiene muchas ventajas competitivas respecto a quien no. Y al final una tecnología no es más que el uso que hagamos de ella y la necesidad que resuelve. 

En mi caso, y a la espera de ver en qué acaba este desarrollo vertiginoso de las IA generativas, he encontrado muchas aplicaciones prácticas -algunas que no esperaba para nada- y una utilidad real, que ya es más de lo que podemos decir de otras tantas herramientas. Todo esto con una curva de aprendizaje irrisoria en comparación con casi cualquier otra herramienta que haya utilizado.

Mi experiencia con el curso es que fue muy entretenido, aprendes haciendo, y casi todo lo que te enseñan lo puedes incorporar a algún ámbito de tu trabajo o incluso de tu vida personal. ¡Es difícil NO aprender así!

Leer a Nadime solo refuerza una cuestión que siempre repetimos en Brain: la tecnología, por sí sola, no cambia nada. Lo que verdaderamente crea avances es la forma en la que decidimos usarla. En definitiva, la IA no sustituye talento, sino que lo “expande”. Porque, al final, ningún avance vale solo por sí mismo: es el criterio de quien lo usa lo que define hasta dónde llega. Con IA o sin ella, ahí es donde se decide de verdad el cambio.

Más que una revolución total, su historia muestra que la IA avanza y aporta sumando mejoras, pequeñas eficiencias y soluciones prácticas que, juntas, terminan cambiando rutinas… y ahorrando mucho tiempo.

Ya me he alargado de más, así que, por añadir algo: Espero que mi experiencia pueda ayudar a quien se esté planteando formarse en el ámbito de la IA Generativa. Como he dicho antes, los cambios no van a dejar de llegar, y ahora mismo se conjugan en presente continuo, no en futuro. No digo que todos vayan a ser buenos, ni que vayamos a ser mejores, pero sí creo que hay que estar preparado e intentar sacar partido -o minimizar daños, si eres de los que ve todo muy negro-. Parafraseando a Darwin: no hay que ser el más fuerte para sobrevivir. Hay que ser el que mejor se adapta al cambio.

Gracias, Nadime por acompañarnos en la segunda edición de la sección HistorIAs y regalarnos tu historia, nunca mejor dicho, tus vivencias y los cambios a los que te ha llevado la IA.

¡Es un placer contar con personas tan curiosas, comprometidas y talentosas como tú en nuestro numeroso grupo de ALUMNIs!

Esperamos que su experiencia os haya dejado ideas, preguntas y la certeza de que la curiosidad bien dirigida siempre encuentra la forma de abrir camino.

¡Nos vemos en clase!

Leave a comment